Es fundamental a la hora de hablar de gestión tener un diagnóstico profesional de los problemas que nos tocará gobernar y obviamente un buen plan que resuelva las problemáticas que hemos definido como prioritarias. 

En algunos países las leyes electorales obligan a los candidatos a que presenten un plan de gobierno pero que destacan los indicadores de gestión relevados previamente al acto electoral y el correspondiente plan de gobierno para mejorar todos los índices que oportunamente estudiaron. 

En la política y en los clubes de golf también es común que las pujas electorales estén centradas en ganar la elección, pero sin que los candidatos se tomen el trabajo de presentar los indicadores relevados y la forma en que los van a mejorar. 

Y el gran problema es que una vez que asumen el gobierno luego de las elecciones pierden valioso tiempo en tomar contacto con la realidad que los rodea y en muchos casos las ideas de campaña suelen ser muy superficiales y obviamente inaplicables. 

Por eso son buenos los recambios dirigenciales en las organizaciones, pero es importante que exijamos la presentación de indicadores medibles, planteo de problemas auscultados con mayor precisión y obviamente que los planes a llevar adelante sean realistas y certeros para resolver los problemas que se han planteado. 

En síntesis, los dirigentes en versión candidatos a ocupar cargos electivos tienen la responsabilidad de auscultar los problemas de la organización con minuciosidad y elaborar planes serios para superar las problemáticas que advierten como prioritarias en las organizaciones.

Es central para el éxito de una gestión futura el diagnóstico, el plan de trabajo y obviamente tener un equipo de trabajo previamente consustanciado y profesionalizado con todo lo planteado. Cuando una gestión empieza en forma improvisada, muchas veces no hay tiempo durante el mandato para reconducir la gestión. 

¿Coinciden con esta reflexión? ¿Ven improvisación al inicio de las gestiones? ¿Son responsables en la previa electoral los candidatos? ¿Los planes realmente son acordes a los problemas detectados? ¿Los candidatos eligen acertadamente las prioridades?